Modo automático
Estaba en este gran edificio y de
pronto ingresaban unas personas con los rostros cubiertos y armados hasta los
dientes. Todos corríamos para ocultarnos donde fuera posible. Recuerdo escuchar
los disparos, los gritos desesperados y mi extrema ansiedad y terror mientras
me ocultaba. Recuerdo ver otras personas con pequeños niños y personas que
conocía, y sentí la necesidad de ayudarlos a encontrar una salida o al menos un
lugar más seguro dónde refugiarse, pero a pesar de mis intentos no podía convencerlos
de venir conmigo. Sentía impotencia al ver el terror en sus rostros y la
vacilación sobre huir o no y en ese ajetreo recuerdo decirles con un tono
autoritario de voz: “si no confían y vienen conmigo van a morir”. Recuerdo
voltear a mirarlos y no había nadie, estaba solo yo en esa habitación. Y en ese
momento, mi nivel de pánico se incrementó de golpe.
Y entonces desperté con una
sensación en la boca del estómago como luego de una bajada en montaña rusa. Las
pesadillas recurrentes de hace meses estaban causando estragos y me habían debilitado
de a pocos. Cuando me di cuenta ya estaba viviendo en modo automático sin plena
conciencia de qué hacía día a día o hacia dónde dirigía mi vida. Y es que
algunas preocupaciones cotidianas no siempre se manifiestan de forma consiente;
muchas de nuestras preocupaciones están en nuestro subconsciente y van consumiendo
nuestra energía sin siquiera darnos cuenta, hasta que llegamos a un punto de mucho
estrés y fatiga emocional.
Reconocí que había cierta
ansiedad en mi vida por cosas que venía arrastrando de hace algunos meses y de
los cuales no había sido consiente hasta ese momento. Y fue cuando reconocí que
alcanzar la estabilidad en todos los sentidos es un trabajo diario de reconocimiento
de debilidad y fortalezas y mucho trabajo de crecimiento personal.
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